UNA MIRADA A LA HISTORIA DE LOS ESTUDIOS EN COMUNICACIONES

     La comunicación es un fenómeno estudiado desde muchos autores. Los primeros, enfocados a la comunicación de masas, pertenecen a la Escuela de Chicago, entre 1920 y 1940. Su centro de investigación se basó en el análisis de los efectos que los medios de comunicación tienen frente a sus públicos, especialmente el cine y la prensa.
A partir de estos inicios de la comunicación, realizados desde la Facultad de Sociología de esa universidad norteamericana, en el mundo se intenta descubrir la trascendencia de la comunicación, no sólo para las personas, sino también para el Estado y las empresas.
En el caso de América latina, los estudios de Comunicación tienen cuatro momentos.
     El primero se da a partir de los años 50, es decir, con 20 años de retraso frente a la tendencia norteamericana. Su labor se marcaba por tendencias funcionalistas y de orientación al estudio de los efectos, que venían de las psicologías experimentales norteamericanas. En este período también se desarrollaron estudios cuantitativos de audiencias y de opinión pública, realizados sobre todo en forma de investigaciones de ventas, a partir de los intereses comerciales de los patrocinadores.  Aquí el aporte fundamental lo entrega la semiótica.
     Un segundo momento, que abarca desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, se caracteriza por el dominio de las mencionadas corrientes críticas. En este período se comienza a rechazar el arsenal científico funcionalista predominante y se adoptan nuevos modelos foráneos, principalmente el estructuralismo francés.  Su enfoque filosófico se apoyaba en analizar el carácter estructural de los procesos, la trama mercantil de los medios y la dimensión ideológica de los mensajes (Martín Barbero, 1978). Investigaciones que coinciden con otros autores, específicamente provenientes de la escuela de Frankfurt, entre ellos Walter Benjamín, quienes criticaban, entre otras cosas la expansión de las transnacionales y al imperialismo cultural, con la llamada perdida del “aura” de las obras de arte. (Benjamín, 1981)
     El español Martín Barbero se refiere a un momento ideologista que «se produce a finales de los sesenta, cuando el modelo de Harold Lasswell, conocido como la Aguja Hipodérmica, tiene su apogeo.  En esta etapa la idea era inyectar mensajes políticos e ideológicos por parte del Estado en sus diferentes públicos.
     Luego del anterior período el mismo Barbero (1987) nos habla de una etapa cientifista, con la cual se busca llevar a la comunicación al estatus de ciencia, con base en el positivismo, y en la creación de metodologías de medición para los problemas comunicacionales que se presentaban en esa época.
     Un tercer momento de este desarrollo lo reconocen Catalán y Sunkel (1991).  En ese período aparecen las llamadas Políticas Nacionales de Comunicación (PNC), con las cuales se legitima la lucha de los sectores críticos por la defensa contra las transnacionales y el derecho de todos los sectores de la población a participar en los procesos de comunicación, y en el desarrollo de una línea de investigación sobre los usos sociales de los medios, que retomaba los enfoques de usos y gratificaciones.  Pero esta no tuvo grandes dimensiones ni aportes.
     El cuarto momento, se da en los años 80, y se conoce como «crisis de los paradigma”, con el cual se pretende romper con esquemas rígidos, con las concepciones absolutas y las lecturas rectas. Sobre el tema, Mattelart (1987) explica que «Se pasa de lo mecánico a lo fluido. Entre una y otra forma de pensar, las categorías se enfrentan en un riguroso cara a cara: por fuerza, responde el flujo; ante la rigidez, la flexibilidad; ante la estabilización, la renovación permanente; ante la causalidad lineal, la causalidad circular; ante el cierre, la apertura; ante la suma y la yuxtaposición, la transversalidad».
     En la actualidad aparecen nuevos retos para el estudio, y en especial para la investigación en Colombia.  La incursión de las Tecnologías de Información y Comunicación, la proliferación de las redes sociales y los microbbloggins, y la evolución de la Web 2.0, permiten que el ser humano absorba más información, pero que también esté más incomunicado.  En ese sentido, cabe destacar la aparición de Maestrías en Comunicaciones, como en la Universidad de Antioquia, y el doctorado la Universidad del Norte, en Barranquilla, las cuales deben ser el motor para dar un nuevo rumbo a la comunicación social en nuestro país.

 

Bibliografía

Benjamín, W (1981). El Arte en la Época de su Reproducción Mecánica.  En Sociedad y Comunicación de Masas.  México. Fondo de Cultura Económica

Buxton, W. J. (2008) From Park to Cressey: Chicago sociology’s engagement with media and mass culture. En: The History of Media and Communication Research. Park, D. W & Pooley, J. (Editores). Portland – Estados Unidos. Book News Incorporate
Catalán, C & Sunkel, G. (1991)  La tematización de las comunicaciones en América Latina. En: ‘Comunicación’ No. 76: Caracas – Venezuela. , pp. 4-26
Martín Barbero, J. (1978). Comunicación Masiva, Discurso y Poder. Quito – Ecuador. Editorial Época.
Martín-Barbero, Jesús (1987). De los medios a las mediaciones: comunicación, cultura y hegemonía. Barcelona – España.  Editorial Gustavo Gili.
Mattelart, A. & Mattelart, Michelle (1987). Pensar Sobre los Medios. Madrid – España.  Fundesco